Tenía once años cuando empecé a menstruar.
Mi mamá me había hablado sobre la menstruación en términos muy directos y simples, y en algún momento quizá hablaron de eso en la escuela, así que no fue una gran sorpresa. Lo había estado esperando con ansias por un tiempo. Aunque sabía que en general no se habla de estas cosas, le conté a algunas de mis mejores amigas que “me había bajado.” ¿Cómo evitarlo? Estaba tan emocionada de estar creciendo. Fue muy decepcionante cuando me enteré, un año más tarde, que mi mejor amiga había empezado a menstruar más o menos al mismo tiempo que yo, pero que nunca me había contado nada. Cuando le pregunté, ofendida y un poco herida, por qué había guardado el secreto aún después de que yo le había contado sobre mi periodo, me contó que su mamá le había dicho que NUNCA, NUNCA hablara al respecto o dejara rastro alguno que le permitiera a alguien saber que estaba menstruando. Y aunque no recuerdo nunca haber sentido vergüenza por menstruar, me sentí muy avergonzada en ese momento.
0 Comments
Y me quedé totalmente asombrada cuando por ahí de la semana 15 de embarazo vi un dibujo que mostraba cómo vivía el bebé dentro del saco amniótico, conectado a la placenta por medio del cordón umbilical, y la placenta conectada al útero. ¡Hasta cierto punto algo tan básico! Así empieza la humanidad. Pero yo nunca me lo había topado a pesar de tener lo que yo consideraba una muy buena y privilegiada educación.
|
AutoraMarissa Bolaños es guardiana del nacimiento, escritora, artista virtual, y anfitriona del podcasta La Revolución del Parto. Archivos
May 2023
Categorias
All
|