Aunque el día de las madres se celebra en diferentes fechas dependiendo del país en el que vivas, en general mayo es una época de hablar y reflexionar sobre la maternidad.
La superficie de esta celebración está cubierta de flores y de mensajes genéricos y dañinos que celebran la abnegación, el sacrificio y el servicio de las madres. Cuando yo era niña los comerciales de la televisión invitaban a comprar como regalos a la madre una plancha nueva, una lavadora y un sinfín de otros artículos de limpieza. Yo tuve la fortuna de crecer con una madre bastante rebelde que cambiaba los cuentos de hadas para generar empatía por las brujas y cuestionar el amor romántico entre príncipes y princesas. Mi mamá también fue siempre clara: el día de la madre era una trampa y ella se negaba a caer en ella. Un día de comprar flores o un desayuno no compensan la falta de balance que existe en las exigencias constantes de la maternidad. Gestar, parir y criar hijes es una tarea monumental y cuando se habla de esto hay ciertas cosas que se visibilizan y otras cosas que preferimos ocultar para no incomodar, para perpetuar una narrativa melosa que no cuestiona y que no invita al cambio. Cada día se vuelve más común y más importante ampliar la conversación y visibilizar estas sombras de la maternidad, porque cuando entendemos a más profundidad estos temas vamos juntando las herramientas que necesitamos para mejorar las condiciones para las nuevas generaciones. Expectativas y realidad: Cuando no vivimos la maternidad como nos la imaginábamos Todo mundo enfrenta el inicio a la maternidad de formas distintas. Para algunas personas la etapa de tener un bebé recién nacido es muy dura. Todes venimos con diferentes expectativas y siempre hay cosas que nos sorprenden. Los bebés pasan más o menos el primer año de su vida sin entender realmente que son seres separados de nosotros. Esas personitas siguen sintiendo de alguna forma que aún son parte de nosotras, como durante los meses en que literalmente viven dentro de nuestros cuerpos.
Los consejos y la información sobre la crianza empiezan bastante temprano. A veces incluso empiezan antes de parir. Casi de inmediato empieza a hacerse evidente una dualidad contradictoria sobre lo que en teoría te ayudará a criar buenos seres humanos.
Al principio la conversación se enfoca muchísimo en temas de separación o cercanía. Cuando tu suegra te dice que no cargues tanto al bebé o lo vas a embracilar. Cuando la gente te dice que si bebé duerme ahora contigo entonces nunca dormirán en su propia cama. Cuando tu pareja resiente el tiempo que dedicas a tu hije porque la cercanía al bebé muchas veces requiere de separación de otros. Por el otro lado hay personas que te presionan a lo contrario. A que des teta aunque te sangren los pezones porque dicen que la leche materna es lo mejor. A que atiendas siempre los llantos del bebé aunque el agotamiento te esté aplastando. A que, figurativa y literalmente, te quites el pan de la boca para alimentar a tus hijes. A que lo des todo, sin separación alguna. Elijas lo que elijas, desafortunadamente vivimos en una sociedad en que juzgar a las madres está normalizado. Siempre habrá alguien que te diga que lo estás haciendo mal.
Mandatos viejos y nuevos: El apego vs. La crianza con apego Una de las primeras filosofías con la que muchas madres nos encontramos mientras maternamos bebés es la crianza con apego. La crianza con apego la popularizó el doctor William Sears, un hombre estadounidense conservador que tiene 8 hijos, ahora ya todos adultos. La crianza con apego se apoya de varias herramientas:
En general cuando se habla sobre el cuidado de los bebés estas herramientas son muy valiosas. Pero el tema se volvió muy controversial cuando empezó a ser malinterpretado por algunas personas y algunos grupos como una lista de características y exigencias inflexibles para determinar quien podía y no desarrollar un apego seguro con los hijes. El apego es un tema de psicología, mientras la crianza con apego es más bien una filosofía. Pero el apego seguro no depende de las herramientas de la crianza con apego y eso es super importante saberlo, internalizarlo y recordarlo constantemente. Si tienes que volver a trabajar a los pocos meses de que nace tu bebé y tienes que darle formula y dejarle con algún cuidador ajeno a tu familia, eso no quiere decir que no vayas a poder desarrollar un apego seguro con elle. Los derechos de las madres y los derechos de los hijes El feminismo, que de por si tiene una deuda enorme con la maternidad como lo explora Esther Vivas en su libro Mamá Desobediente, también tiene constantemente un enfrentamiento difícil con la crianza con apego. Ese tema me parece interesantísimo porque nace, en mi opinión, de la batalla percibida entre los derechos de las madres y los derechos de los hijes. Las que nos identificamos como madres feministas conocemos bien esa dualidad. Yo pasé muchos años vacilando de un extremo al otro. Por un lado, quería darle todo a mis hijos, encaminarlos hacia las mejores oportunidades y sobre todo, crear para ellos un ambiente de seguridad emocional que les permitiera crecer con la menor cantidad de traumas físicos y emocionales posibles. Por el otro lado, la maternidad es agotadora. No podemos siempre poner las necesidades de otros por encima de las nuestras. Ni siquiera cuando se trata de nuestros hijes. A las mujeres se nos socializa a ocultar nuestras necesidades físicas y emocionales. Y cuando insistimos en postergar el cuidado de nuestras propias necesidades en algún momento explotamos. Esta ruptura puede manifestarse de muchas formas. Puede ser tan grave como la psicosis posparto o tan normalizada como la cultura de la chancla que hace bromas todo el tiempo sobre la crianza por medio de la fuerza física.
Cuando los bebés empiezan a caminar y a explorar, cuando empiezan a descubrir su autonomía y su propia identidad, es normal que empiecen algunos conflictos con los cuidadores y aunque quizá tenemos algunas ideas de lo que no queremos hacer, muchas veces no tenemos la información o las herramientas para navegar estos nuevos retos. Re-escribir la historia: repensando la crianza Como muches de ustedes, yo sabía, en términos generales que quería educar a mis hijos sin violencia, es decir, sin nalgadas ni ningún otro tipo de castigo físico. Lo que no sabía y no aprendí por mucho tiempo fue como establecer límites con ellos. Cuando nació mi segundo bebé mi agotamiento, estrés y tristeza alcanzaron un punto de quiebre. Ver a mi hijo mayor atacar a su hermano bebé me llevó a sentir una enorme frustración con la maternidad y sentí que a ratos me convertía en lo que nunca había querido ser: una mamá enojada, gritona, sin paciencia y con muy poca dicha para compartir.
De vuelta a mi historia personal, entre todas las cosas que había estudiado como doula había algunos libros sobre neurociencia y el desarrollo cerebral de los bebés. Fue gracias a los recursos en alguno de esos libros que encontré la crianza pacífica y en concreto el trabajo de la doctora Laura Markham, autora del libro Padres Pacíficos, Hijos Felices. Eso fue hace más o menos cinco años. Quisiera decirles que ese fue el fin de mis problemas, pero sinceramente el camino ha sido muy largo. Mucho más largo de lo que esperaba y de lo que quisiera. Desde ese entonces pasaron muchas cosas, entre ellas un largo divorcio muy traumático, pero ahora que estamos del otro lado puedo decir con seguridad y certeza que escuchar con atención los mensajes de mi ira, entender de donde venía, y aprender como implementar a la vez las herramientas de la crianza pacífica, han traído muchísima dicha a nuestra familia.
Pero durante esos años hubo muchos momentos en los que me sentía como un gran fracaso porque aunque tuviera acceso a muchísimos libros, ciencia y herramientas, no me sentía como una madre “pacífica”. Le mera idea a veces me entristecía y a veces me enfurecía. Me tomó mucho tiempo entender lo que realmente estaba pasando, pero antes de explorar esa historia quiero explicarles un poco más sobre la crianza pacífica y la crianza respetuosa. Los tres principios de la crianza pacífica La crianza pacífica está basada en tres ideas principales: la autoregulación de los adultos, la conexión que tenemos con nuestros hijes y por último, enseñar en lugar de controlar. Las tres ideas, en mi entendimiento, realmente requieren ir en ese orden. No puedes trabajar en la idea de enseñar en lugar de controlar si no existe una fuerte conexión con tus hijes y la conexión va a ser muy difícil de alimentar si no aprendes a regular tus propias emociones. Entonces explorémoslas también en ese orden. 1. LA AUTORREGULACIÓN: La autorregulación como adultos significa que nos hacemos responsables de nuestras propias emociones. Cuando sentimos que nuestro sistema nervioso está por activar la señal de alarma nos tomamos un momento para recordarnos a nosotras mismas que estamos a salvo, que la situación que estamos enfrentando no es una emergencia. Hay muchísima ciencia que explora las respuestas del sistema nervioso y voy a hablar de esto en profundidad en mi próximo taller de crianza pacífica y feminista, pero por ahora basta saber que nuestro cuerpo siempre está tratando de protegernos, pero que nuestro cerebro tiene dificultades distinguiendo entre peligros reales y peligros percibidos y puede responder de la misma forma ante un tigre del cual tenemos que correr para salvar nuestra vida y un niño de 3 años que te avienta una taza de plástico en la cabeza porque no es del color que él quería. Pero la taza que te pegó en la cabeza, aunque puede haber dolido, no es realmente una situación de vida o muerte aunque a veces inconscientemente lo percibimos así. Y la forma en que respondas en ese momento tampoco va a determinar inmutablemente en que tipo de hombre se vaya a convertir tu hijo cuando crezca, lo cual puede ser un gran miedo que cargamos también. 2. LA CONEXIÓN CON NUESTROS HIJES: La segunda gran idea es la conexión que tenemos con nuestros hijes. Aquí hay que poner mucha atención porque muchas veces confundimos el amor inmenso que sentimos por esas personitas como conexión. Claro, nosotros sabemos que amamos a nuestros hijes, pero eso no es lo mismo que la conexión. Nutrir la conexión con nuestros hijes tiene más que ver con la percepción que tienen elles sobre su relación con nosotres. ¿Tus hijes sienten que estás de su lado? ¿Tus hijes se sienten entendides y escuchades? ¿Tus hijes sienten que disfrutas pasar tiempo con elles? Si sientes incluso la menor cantidad de culpa al leer estas preguntas, ojo con eso. Esto no se trata de juzgar tus esfuerzos o tu maternidad. La verdad es que la mayoría de nosotras no crecimos con las herramientas para desarrollar una fuerte conexión con nuestros hijes. Nuestra sociedad adultocentrista ve con desprecio las cosas infantiles, los juegos bobos, las risotadas ruidosas. Crecemos y nos olvidamos como jugar. El adultocentrismo también nos enseña a minimizar e ignorar las opiniones y necesidades de los niñes. Para luchar contra ese adultocentrismo y fortalecer la conexión con nuestros hijes hay dos herramientas principales que son las que personalmente más uso y celebro: el juego y la empatía. El juego es de muchísimas formas el lenguaje y el trabajo de los niños. Es la forma en la que procesan las cosas que están aprendiendo, la forma en que exploran sus emociones, y definitivamente la forma en que se sienten conectados con nosotras. Sé que a veces jugar con los niñes es agotador y se siente como una labor muy difícil. Es un tema interesante porque también tiene que ver con los roles de género. La mamá cocina, limpia, lava, cuida, pero no necesariamente juega. Eso lo pensamos más como una tarea del padre. Se me vienen a la mente los estereotipos del padre que le enseña a su hijo a jugar algún deporte. Pero recordar como jugar y como invitar más risa a la relación con nuestros hijes también se puede aprender o quizá re-aprender. Hay un libro que quizá es mi libro favorito de crianza, se llama Playful Parenting en inglés, lo cual se traduciría algo así como Crianza con juegos o Crianza juguetona. Desafortunadamente creo que no existe la traducción al español. Pero ese libro me cambió la vida. Me enseñó que todas las situaciones con mis hijos, incluso las más frustrantes y difíciles, pueden invitar al juego y que el juego suaviza esos desafíos y nos da la oportunidad de fortalecer nuestro vínculo.
3. EDUCAR EN VEZ DE CONTROLAR: La tercera herramienta de la crianza pacífica es educar en vez de controlar y hay mucho que decir al respecto. El control es una idea central a casi todas las filosofías de crianza. Los mapadres autoritarios ejercen control todo el tiempo. Los mapadres permisivos no quieren ejercerlo nunca. Con los niñes pequeños es más fácil ejercer control, pero mientras van creciendo y desarrollando su propia fuerza y su propia identidad se va volviendo más difícil controlarlos. La crianza pacífica, la crianza respetuosa y la disciplina positiva son todas filosofías muy parecidas y cuando se trata de la disciplina y el control, estas filosofías nos invitan a establecer límites empáticos. Cuando respondemos a nuestros hijes con empatía no quiere decir que estemos de acuerdo con elles, sino que aceptamos sus sentimientos. La idea es que podemos aceptar todos los sentimientos sin aceptar todos los comportamientos. En el ejemplo de antes, del niño que avienta la tacita de plástico a su mamá porque no es del color correcto, podemos responder diciendo algo como: “¡es muy decepcionante cuando algo no es lo que esperábamos! Entiendo que estás frustrado, y al mismo tiempo, no puedo dejar que avientes cosas porque puedes lastimar a otras personas y nuestra familia nos cuidamos los unos a los otros.” Si el niño agarra ahora su tenedor y amenaza con aventarlo la respuesta sería acercarnos a él, y alejarlo de cualquier cosa que pueda aventar en ese momento. O quizá decirle “si quieres aventar cosas podemos aventar almohadas” para redirigir el comportamiento. ¿Suena imposible? A mi también me parecía imposible y es porque la autoregulación es muy difícil y requiere de mucha práctica. También es importante saber que es imposible siempre responder de formas empáticas y amorosas. Nuestras respuestas también van a depender de los recursos que tengamos a nuestro alcance en el momento. Va a ser mucho más fácil responder con empatía y amor cuando tuvimos una buena noche de descanso, estamos bien alimentadas, tenemos una comunidad donde podemos expresar nuestras emociones, tenemos apoyo y tiempo para nosotras mismas. Eso casi nunca es fácil y por esa razón va a haber muchos momentos es que vamos a responder de formas menos ideales. Ahí lo importante es reparar la relación una vez que nos calmamos. La mayoría de nosotras no crecimos escuchando disculpas de nuestras madres y nuestros padres. Pero en un afán de criar un futuro diferente, vale la pena hablar con nuestros hijes después de un conflicto y decirles que quisiéramos haber reaccionado de una forma diferente y que estamos trabajando en eso. Las disculpas también son todo un tema porque debemos evitar culparlos en este paso de reparación. Debemos evitar decir cosas como “Perdón que te grité, pero me haces enojar mucho cuando le pegas a tu hermana.”
El camino es largo y no tienes que caminarlo sola Yo tengo mucho tiempo de haber tenido acceso a esta información. He leído muchísimos libros, he visto muchísimos videos y escuchado muchísimos podcasts sobre este tema. Pero aún con todo eso me fue muy, muy difícil llegar al punto en el que estoy ahora, en que estas cosas se sienten más o menos naturales. Creo que la principal razón para esto es que cuando se habla de estos temas, la mayoría de las personas minimizan o ignoran por complejo el rol del patriarcado en el ejercicio de la maternidad y el peso del trauma intergeneracional con el cual cargamos la gran mayoría de las personas. Como les dije antes, el primer paso es la autorregulación. Pero la autorregulación requiere de autocuidado, de darle prioridad de nuestras necesidades y a veces de una cierta cantidad de privilegio. La madre sacrificada, la que se quita el pan de la boca, la que lleva dos días sin bañarse, la que no duerme bien desde hace años, la que nunca tiene tiempo de relajarse, va a ser muy difícil que pueda autorregularse.
Este tema es complejo pero vale muchísimo la pena. Este escrito es un resumen muy general de los principios de la crianza pacífica, pero todos los puntos pueden explorarse a profundidad por horas y es por eso que voy a estar dando el taller de crianza pacífica y feminista. Porque después de desenredar ese manojo de ideas y de desarrollar algunas prácticas que me han permitido crear nuevas conexiones en mi cerebro para responder de formas distintas a las que aprendí en mi infancia ahora mi vida y mi relación con mis hijos y con la maternidad es mucho más dichosa y quiero compartir esto con ustedes. Nuestra labor como madres es importantísima. Estamos criando este futuro diferente mientras sanamos las heridas y los traumas de un sistema que está construido para oprimirnos. Estamos rematernándonos a nosotras mismas para florecer como las personas que realmente queremos ser. Para que estos procesos se vuelvan más llevaderos necesitamos comunidad y necesitamos herramientas. Espero que este día de las madres tengan tiempo de celebrarse a ustedes mismas, tiempo de descansar, tiempo de dormir, tiempo de alimentar con amor su cuerpo y su alma. Y si no es posible, si las circunstancias en las que maternan no permiten estas cosas, espero que al menos puedan sentarse con los sentimientos que surgen de esa injusticia porque la ira, como el fuego, es una herramienta de transformación. Si estás lista para transformar tu experiencia de la maternidad de una forma que honra tanto tus necesidades como las de tus hijes, no te pierdas el taller virtual de crianza respetuosa y feminista que empieza el dos de junio. Aprende más y aparta tu lugar haciendo clic aquí.
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AutoraMarissa Bolaños es guardiana del nacimiento, escritora, artista virtual, y anfitriona del podcasta La Revolución del Parto. Archivos
May 2023
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